sábado, junio 27, 2009

Bonitas palabras para inaugurar el IC de Sídney



Como ya sabéis, los Reyes han inaugurado este jueves el centro de Sídney. Nosotros hemos leído con atención los discursos del Rey y de “nuestra” directora, la Sra. Caffarel, y queremos comentar aquí algunos párrafos que nos han llamado la atención por diferentes motivos.

Comienza el discurso real con una cita del Canto General de Pablo Neruda, y sobre ella comenta el monarca:

“En cierto modo, el espíritu de estos versos inspira la labor del Instituto Cervantes en nuestros días. Una tarea, intensa y ¿cuidadosa?, que permite proyectar el inmenso valor de nuestra lengua, dar a conocer su belleza, la grandeza de sus autores y la amplitud de las culturas que se expresan en español.”

Lamentamos disentir de la opinión del Jefe del Estado, pero lo miremos como lo miremos, no se puede calificar de cuidadosa una forma de hacer, la del IC, que implica la precariedad y el desamparo laboral absoluto del 70% del personal docente.

Más adelante, y ya como cierre del discurso, el Rey comenta:

“La Reina se une a mí para felicitar a cuantos han hecho posible la apertura de este centro -su director, ¿profesores?, personal administrativo y técnico-, así como para agradecer a las autoridades australianas y a la ciudad de Sydney su colaboración en este empeño.”

Nos sorprende especialmente el plural de profesores, ya que en Sydney tan sólo existe un profesor contratado. Con el resto del personal docente, según el propio IC, no existe vínculo laboral, ni responsabilidad alguna, ya que no son empleados del Cervantes.

¿A qué pueden deberse estos desajustes entre el discurso del Rey y la realidad laboral del IC? ¿Estará el Rey intentando ocultar la vergonzosa, abusiva y chapucera práctica laboral del Cervantes? ¿O simplemente la desconoce porque nadie se la ha contado nunca? Probablemente sea esto último. Tal vez, deberíamos enviar una invitación a la Casa Real para que SSMM conozcan El Trastero del Cervantes y dispongan así de una visión más completa para futuros discursos de inauguración.

Del discurso de “nuestra” directora también queremos comentar un par de párrafos:

“La situación de este centro en el corazón mismo de la zona académico-cultural de Sídney no es fruto de la casualidad. Estamos en esta área porque es aquí donde hemos querido estar, sin regatear esfuerzos ni sacrificios.”

En este punto ya no estamos tan seguro de que la intención no sea el empecinamiento en seguir dando esa imagen tan idealizada como distorsionada de lo que ocurre en los IC, ya que tanto la Sra. Caffarel como el resto de su equipo directivo conocen perfectamente cómo funcionan los centros y el tipo de práctica laboral que se practica.

Es lo que podríamos denominar “política Zara”: imponentes edificios con glamurosas fachadas y situados en lugares estratégicos, pero con un contenido de una calidad muy alejada al de las grandes firmas, con una honrosa salvedad a favor de la multinacional textil: a diferencia del Cervantes, todos los trabajadores de Zara tienen contratos laborales, seguros médicos, vacaciones, derecho a paro, etc.

Viendo la precariedad laboral que práctica el propio Estado, ¿qué legitimidad tiene el presidente del gobierno para exigir del sector privado el respeto de los derechos laborales y la creación de empleo estable?

Un último apunte sobre el discurso de la Sra. Caffarel:

“Como siempre, lo importante es lo que no está a la vista. Se trata de los miembros del Instituto, de esa comunidad viva y profundamente vocacional. Hablo de los profesores, de los gestores culturales, de los bibliotecarios y administrativos. Todos ellos tienen una magnífica formación y el mayor de los entusiasmos”.

Sra. Directora, sea coherente con su discurso y ponga fin al abuso laboral sistemático sobre el que se está levantando el proyecto del Instituto Cervantes desde su fundación. Valore nuestra dedicación y “magnífica formación” con algo más que bonitas palabras y no consienta que el desamparo en el que nos tienen nos haga perder el entusiasmo por nuestro trabajo.

18 comentarios:

Gol dijo...

Comentario al comentario del segundo párrafo del discurso de Caffarel:

Algunos (y no son pocos) colaboradores no tienen ni la mínima formación ni el mínimo entusiasmo. Otros no tienen formación pero sí entusiasmo; otros no tienen entusiasmo pero sí formación. Sinceramente, los que combinan ambas cosas son minoría (esto vale para los de plantilla también).

Sra. Caffarel, esto es lo que pasa por hacer las cosas deprisa, mal e incluso ilegalmente. ¿Ahora cómo van a hacer la limpieza de la Casa?

Anónimo dijo...

El Trastero se supera. Enhorabuena por este post.
En respuesta al comentario anterior, es verdad que una parte importante de los colaboradores no tiene cualificación adecuada, pero esto no deslegitima su reivindicación de unas condiciones laborales, no digo ya dignas, sino simplemente legales, y sí pone en evidencia en cambio la supuesta oferta de una enseñanza de calidad que tanto pregona el Instituto. Yo digo que este tinglao se va a acabar viniendo abajo más pronto que tarde y a Su Majestad se le van a salir los colores por andar inaugurándole centros y presidiendo patronatos a esta panda de negreros impresentables. O cogen el toro por los cuernos o van a acabar con un cuerno metido por el culo como le pasa cada verano a algún australiano insensato en San Fermín. Ya veréis como un golpe de viento deja al aire esas bragas sucias antes de lo que esperan. Y al Trastero, mi enhorabuena por contribuir cada vez más eficazmente a denunciar este delito en masa.

Gol dijo...

Estimado enésimo Anónimo:

Lo que tú dices es el quid de la cuestión: "es verdad que una parte importante de los colaboradores no tiene cualificación adecuada".

Ahora bien, ¿qué hacen trabajando en el IC si no están cualificados para ello (los que no lo estén)? Respuesta esperable: "La culpa es del IC por 'usarlos'(no puedo decir 'contratarlos')". ¿Qué hacemos, pues? ¿Los 'legalizamos'? Pero si no tienen cualificación... ¿Los obligamos a formarse? Ya, y se lo pagan de su bolsillo, ¿no?

¿Nosotros queremos condiciones laborales dignas? Justísimo. ¿El Cervantes debería dar enseñanza de calidad? Ciertísimo. Lo siento, pero muchos se quedan fuera.

Malasombra dijo...

Hola,

En principio estoy de acuerdo con la valoración sobre la calidad en los IC que Gol hace en su comentario. Él tiene además el detalle de extender esa falta da calidad al profesorado de plantilla. Yo lo extendería también -y sobre todo- al ámbito directivo.

Si quiere un instituto de calidad, tal vez sea verdad que muchos se quedarían fuera, pero entre esos muchos, como en cualquier empresa, para ser justos, habría de todo: profesores colaboradores con insuficiente formación o preparación, profesores de plantilla que jamás se han reciclado y aburren a las ovejas con el manual de Paca Castro y por supuesto directores enchufados, poetas de quinta fila, cuya mediocridad como gestores de grupos humanos clama al cielo. La limpia sería tremenda, y yo creo que no hay ningún interés en remangarse y coger el estropajo. Hoy mismo acabo de ver en Informe Semanal un reportaje sobre "La fiesta del Español", y sinceramente, era para vomitar de la cantidad de bonitas mentiras que me he tenido que tragar. ¡Vergüenza de periodismo pesebrista!

En cualquier caso, y estando de acuerdo grosso modo con el análisis de calidad del compañero Gol, no creo que este sea el tema del debate.

Magníficos, buenos, normales, regulares y pésimos profesores, todos tienen derecho a trabajar dentro de la legalidad. Es el Instituto quien decide qué personas selecciona para qué puestos. Y esas personas, en concreto esos más de 400 profesores colaboradores, al margen de su formación, tienen todo el derecho a que el IC los contrate dentro de la legalidad. Como dicen en el blog, lo hace Zara, y no creo que todos los empleados de Zara sean brillantes.

Por otro lado, en referencia al comentario de "anónimo", no estaría yo tan seguro de que toda esta vergüenza institucional salga a la luz pública en breve. Ni al PSOE, ni al PP, ni a sus respectivos medios (la mayoría) les interesa hablar sobre este tema. Y por otro lado, la sumisión y el miedo de los afectados a levantar la voz públicamente está demasiado extendido.

Creo que los bibliotecarios, que hace unas semanas se concentraron como protesta en las puertas de la misma sede en plena calle Alcalá, ya han conseguido sentar a los responsables del IC para buscar soluciones a su situación. Se habla de que se les reconocerá el mismo estatus que a los profesores. Todo un logro, que nadie les ha regalado. Nosotros somos más gatitos.

Un saludo con roce y ronroneo.

Gol dijo...

Gracias por tu comprensión, Malasombra.

No he hablado de la fauna directiva porque en ningún momento los considero profesionales (lo serán en sus respectivos campos, mejores o peores, pero no dentro del IC porque la amplia mayoría no tiene ni idea de gestionar nada).

Déjame que matice una cosa que dices. Comentas que todos los profesores, independientemente de su calidad, "tienen derecho a trabajar dentro de la legalidad". Cierto, pero yo iría más allá: el IC tiene el deber de no contratar a aquellas personas que en condiciones normales no pasarían ni por el umbral de un proceso de selección de profesores serio y decente. Con la cantidad de gente formada y con experiencia que hay por España que se arrastra por menos de mil euros al mes (la mitad en negro) no puede prevalecer (ni tan siquiera existir) la figura del 'profesor transeúnte' ('Hola, ¿qué tal? Pasaba por aquí y venía a ver si hay cursos para mí; soy licenciado en Macramé y tengo experiencia en circos ambulantes. Ah, y soy nativo'). Para ser dependiente en Zara no se necesitan licenciaturas, másteres o doctorados; lamentablemente para ser colaborador del IC tampoco, pero el problema es que tenerlos tampoco te asegura nada (en ocasiones solo miradas de recelo de tus propios compañeros colaboradores).

Por desgracia, y a diferencia de los bibliotecarios, poco podemos hacer en nuestras condiciones. Personalmente creo que la solución la tienen los de dentro y pasa por exigir una mínima cualificación al colaborador cervantino; así es como a continuación podremos responderles con peticiones derechos laborales.

Un saludo y un miau.


PD: Malasombra, no veas ni leas información pública del IC, porque si eres colaborador no te pagan el médico y si eres de plantilla... tampoco vale la pena.

Enésimo dijo...

A ver, lo primero, como es verdad que mi apellido no dice mucho, firmo con mi nombre de pila (no sé cómo lo has adivinado, Gol).

En respuesta a los últimos comentarios:

Lo primero, que sí, que habrá profesores de plantilla que vayan a la ley del mínimo esfuerzo, pero desde luego el exceso de demanda de plazas, y el cada vez más estricto (aunque no más transparente) proceso de selección debería garantizar que quien entra esté más que bien formado. Daría para un post interesante ver el perfil profesional y la media de edad de la gente que ha entrado en los últimos años. Apuesto a que anda en torno a los treinta y dos añitos, que no está nada mal.

Otra cosa. Soluciones al problema de la falta de formación:

1. Bolsa de trabajo por méritos (como ya se ha hecho en algunos centros) y oferta de formación con prioridad por puesto en la bolsa y por antigüedad (manteniendo la formación que se ofrece a todo el mundo en los mismos centros). Y desde luego que no se puede regularizar a todos los colaboradores por el hecho de serlo (como creo que han reivindicado los sindicatos alguna vez). Quien quiera ser profesor, que se lo gane. A mí me costó mucho sacarme mi plaza, me considero un buen profesor, y no me haría ninguna gracia tener a mi lado a un incompetente. No basta el haber estado tirando de manual durante diez años, aunque incluso así también se aprenden cosas, por lo que la experiencia, y más la experiencia local, es una de las cosas que deben puntuar en un proceso de selección.

2. Aumento de la proporción de profesores contratados y reducción de los de plantilla hasta un margen realista y creíble. A este respecto, creo que hay que retomar la propuesta de la creación de la figura de profesor 2. Es verdad que ésta no tiene por qué solucionar directamente el problema de los colaboradores, pero también hay que ser realistas, y hay que considerar que si los horarios lectivos están concentrados en cuatro horas diarias, no se puede pedir que el Cervantes pague ocho horas a diez o quince personas cuando el trabajo no docente lo pueden solucionar cinco. Yo creo que habría que relanzar la figura de profesor 2 blindando la proporción porcentual de profesores a tiempo completo por centro, para despejar ese temor a que los profesores 1 pierdan movilidad y para evitar que la proverbial codicia de RRHH cargue a tres profesores el trabajo no docente que en realidad correspondería a seis.

Y respecto a tu frase "Pero si no tienen cualificación... ¿Los obligamos a formarse? Ya, y se lo pagan de su bolsillo, ¿no?". Pues sí, se lo pagan de su bolsillo como hace todo el mundo, obviando la enseñanza gratuita que ofrece el estado y los mismos centros.

Enésimo dijo...

Y continúo mi comentario anterior (más bien mi tratadillo):

Malasombra:

1. La falta de calidad profesional. Ya he comentado las garantías que hay respecto a personal de plantilla. Respecto a directivos, está claro que mientras sigan siendo cargos a dedo tendremos garantizada la mayor de las incertidumbres. Yo no pienso (como comenta Gol) que la mayoría sean unos inútiles, creo que los hay bastante buenos, y hay que reconocérselo, pero el que salgan buenos es algo absolutamente contingente, y eso es lo que hay que evitar. Ya está bien de que nos dirijan poetas, traductores, académicos o políticos porque en lo suyo tienen prestigio (cuando lo tienen). Lo lógico es crear un sistema de selección objetivo y empezar ofreciendo la posibilidad de promoción a gente de la casa. Si entra alguien de fuera, que lo haga demostrando competencia y conocimiento de la labor y el funcionamiento del Cervantes; si no, corremos el riesgo de encontrarnos con uno de los dos tipos extremos de director: Uno, el que delega, delega y delega. Para él/ella el cargo es un premio a su excelencia o el agradecimiento de un favor político, es como un procónsul romano. Se encierra en su despacho y se dedica a sus labores y ya pueden caer bombas nucleares que se la repampimfla. Otro, el extremo opuesto, que quiere controlar obsesivamente todo, y se dedica a acosar a todo el personal con sus paranoias. Daría para otro post un catálogo de directores-tipo.

Otra cosa Malasombra, con lo de los más de 400 colaboradores no me salen las cuentas. Tirando para abajo, si suponemos que por cada profesor fijo hay dos colaboradores y suponemos que de media hay cuatro fijos por centro, nos saldrían 560, y eso tirando para abajo. Creo que calcular el número de precarios que tiene el Cervantes (hay que sumar personal administrativo) también daría para un buen post de este blog.

Malasombra dijo...

Tienes razón Enésimo. Mi cifra a voleo está muy por debajo del número real.

Yo no tengo la cifra exacta, pero me he puesto a hacer algunos cálculos y me parece que también la tuya se queda corta. La ratio viene a ser entre 3 ó 4 colaboradores por cada profesor contratado. Lo que situaría la cifra de colaboradores en algo más del millar.

Sin duda, todos los temas que citas -formación, profesionalización de losdirectivos, figura del profesor 2, etc.- son muy interesantes y deberían ser discutidos con mayor espacio y dedicación (tomen nota los administradores del blog), pero creo que nos alejamos del tema principal.

Hay una cuestión primera y básica: hacer contratos legales a todo el personal que trabaje en los centros. No se trata de hacer contratos fijos ni indefinidos, ni a tiempo completo. Nadie habla de dar duros a cuatro pesetas. Sí, del derecho que tiene todo trabajador a estar legalmente contratado, sea por el tiempo que sea. Eso significa que si en un centro hacen falta 3 profesores para cubrir 10 horas a la semana durante un trimestre entre franjas nocturnas y sábados, pues que esos tres profesores, tengan su contrato laboral temporal de 3 meses por ese número de horas, en lugar del actual "acuerdo verbal" (léase Varsovia) o del ridículo e ilegal contrato mercantil que se practica actualmente.

Una modificación tan básica como esta, supondría:
- disponer de una cobertura social para casos de enfermedad, embarazo, accidente, o invalidez.
- la posibilidad de solicitar subsidios de desempleo o retorno del emigrante, si algún día te cansas de hacer los Cervantes y decides regresar a España.
- la posiblidad de cotizar a la seguridad social el tiempo trabajado (hay colaboradores que llevan más de 10 años) de cara a futuras pensiones.
- disponer de un número determinado de días de vacaciones al año, de acuerdo con el número de días trabajados.
- el derecho a tener y elegir tu representación sindical, así como a presentar candidatura.

Creo que no es poco. Ahora mismo, te cansas de estar fuera y decides volver a España, y todo el tiempo que le hayas dedicado al IC es como si no hubieras hecho nada.

Creo que estas cuestiones no tienen nada que ver con el nivel de formación del profesor, ni con su entusiasmo, ni con su brillantez o idoneidad para la labor docente.

Hay que tener cuidado con mezclar ambas cosas, porque podríamos terminar afirmando que los malos profesores merecen ser explotados.

Un saludo.

Malasombra dijo...

Un detalle que olvidaba: aunque se les llene la boca con la palabra, el IC no entiende de evaluar calidad, se limita a cuantificar números: número de horas lectivas, número de horas de formación, número de publicaciones, número de ponencias, etc.
Vale lo mismo una ponencia soporífera que una brillante, 1000 horas lectivas quebrándote la cabeza en crear tareas y actividades para que los alumnos tengan múltiples y variadas opciones de output y se impliquen directamente en el proceso de aprendizaje, que 1000 horas lectivas haciendo traducción, tirando de gramática contrastiva y poniéndo a los alumnos a rellenar huecos.

En resumen, que 30 horas de formación son 30 horas, tanto si has exprimido el curso, como si te has dedicado a firmar el parte de asistencia, dormitar un poco en la silla y desaparecer después de la pausa.

Pero insisto, este sería otro tema que nada tiene que ver con cumplir la legalidad laboral.

Un saludo

Gol dijo...

Enésimo, perdón por haber desvelado tu nombre, se me ha escapado; ahora confesaré yo mi apellido: En Las Gaunas.

Comentarios varios:

1) Enésimo:

-No veo problemas en la media de edad de los profesores; la característica fundamental que debería primar es la de 'cualificado', independientemente de si se entra con 27 o con 35 años.

-Obligar a formarse: uf, eso ya debería salir de cada uno, sin necesidad de imponer nada a nadie; a lo que yo me refería es al problema de forzar a los 'profesores transeúntes' a profundizar en un campo que no les interesa nada y que les produce beneficio máximo a coste mínimo. Además, te podrían decir que para qué, si van a seguir sin tener derechos laborales (y lo peor es que no les puedes llevar la contraria, dado que el entusiasmo, la actitud y la formación no se valoran mucho a la hora de entrar a colaborar en el IC).

-Lo de 'profesor 2' está bien siempre y cuando no conlleve la congelación de oferta de plazas de profesores de plantilla.

-No he dicho que la mayoría de los directores sean unos inútiles. Digo que, al no ser muchos de ellos profesionales de la gestión de centros docentes ni tener formación para ello, cualquier efecto positivo es o puramente fortuito o por sentido común (algo que en teoría todos tenemos; o sea, que nos faltarían amigos para ser directores). Es básicamente lo que dices tú en la segunda parte de tu tratadillo.


2) Malasombra:

-Dicen las pesquisas que ahora el IC va a expedir certificados de asistencia y certificados de aprovechamiento (estos últimos para evitar lo que tú dices de firmar y dormir). Ya veremos cómo se evalúa ese aprovechamiento.


Para ambos y todos a la vez: ¿qué os parece lo de hacerse autónomo en el país donde está el IC? Pagas tus impuestos, tienes seguro sanitario del país... cotizas, en definitiva. Más legal, imposible; y ojo, que no estoy hablando de que guste o no, estoy hablando de trabajar legalmente en un lugar (IC o país extranjero) o no.


Un saludo.

Gol dijo...

Ah, se me olvidaba:

Malasombra, los malos profesores no merecen ser explotados porque nadie se lo merece; los malos profesores merecen estar fuera del ámbito académico, sean colaboradores, de plantilla o de flauta travesera.


Otro saludo.

Enésimo dijo...

Un par de cosas, Malasombra, aunque estoy de acuerdo en casi todo:

No veo cómo llegas a esa idea de que mezclar la cuestión de la formación con la de la precariedad puede llevar a pensar que los malos profesores merecen ser explotados, desde luego no creo que se desprenda de mi comentario. La cuestión de la formación ha salido a raíz del comentario inicial de Gol sobre las referencia de Caffarel a la "magnífica formación y el mayor de los entusiasmos" del personal. De ahí yo he pasado a intentar imaginar una forma justa y realista de reducir la proporción de colaboradores, con el comentario paralelo de que esa regularización no debería ser automática, sino que debería tener en cuenta el bagaje de cada profesor. Esto no significa que quien no dé la talla deba seguir viviendo en precario, porque de lo que se trata es de que deje de existir la posibilidad de trabajar de esa forma.

Luego, lo de que el Cervantes sólo atiende a números, pues sí, pero ya me dirás cómo se puede hacer para diferenciar sobre el papel entre una conferencia buena y una soporífera o entre 1.000 horas de clase eficaces o 1.000 horas mal dadas.

Y por último, lo que, como has dicho, es el meollo de la discusión (y el objetivo de la entrada y del blog), el trabajar en condiciones justas. Imagino que tendría que explicarlo alguien más ducho en leyes y números, pero para mí que lo de contratar legalmente a los profesores cada vez que se haga un curso sólo se puede hacer localmente, porque la rigidez de la administración estatal lo pone difícil, y cualquiera que esté en un centro sabe que hasta el mismo día del comienzo del curso no se tiene la certeza de los grupos que van a salir. Que la contratación sea local, y legal, significa que las condiciones de cada trabajador pueden variar astronómicamente de un país a otro, desde lo que exige la UE hasta lo que permiten algunos países asiáticos, y también reduce considerablemente la posibilidad de contratar a nativos, porque tendría que ser gente mínimamente asentada en el país. Además en este caso también te puedes olvidar de la posibilidad de estar sindicado en España. Ya digo que aquí se plantean unas cuestiones técnicas que yo no me siento capaz de despejar, pero desde mi limitado conocimiento, la solución que más aplicable me parece es el aumento de la plantilla contratada en España de forma que vaya haciéndose cargo de un trabajo que ahora realizan los arrendados, ofreciéndoseles a estos ventajas para que ellos mismos ocupen esos puestos en función de su antigüedad en el Cervantes y en el país, pero sin que se les regale la plaza, porque igual de injusto es no reconocer su antigüedad y experiencia en un centro que darles la plaza sólo en función de esos criterios.

Enésimo dijo...

Gol,

lo de la media de edad lo decía refiriéndome a que, salvo brillantes excepciones, hay que pasar algunos añitos acumulando experiencia y formación para llegar al examen, o sea, que en parte es una muestra de la buena cualificación de la gente que entra y de la gran demanda que hay para cada puesto.

Y en lo de profesor2 ya he dicho que el número de profes a tiempo completo debería quedar fijado porcentualmente. Esto, por supuesto es algo que habría que negociar con los sindicatos.

Y lo de hacerse autónomo, pues no. Ya se hace en algunos centros (se obliga al profesor a que se dé de alta, perdón se le ofrece, y si no, no se le coge), pero es que un autónomo es una persona independiente que mantiene una relación mercantil, en la que ofrece servicios a un cliente, que en este caso se supone que es el Cervantes, entre otros. La realidad es que la mayoría de los colaboradores dependen totalmente del Cervantes, entre otras cosas porque si no estás para todo, pierdes la vez, y además la competencia del mismo Cervantes no les deja mucho margen para "ofrecer sus servicios" por otro lado. Además esto tampoco permite que se les reconozca antigüedad, derecho a formación, ni que estén sindicados, entre otras cosas. Es decir, que "ofrecerles" que se den de alta como autónomos es enmascarar una relación laboral disfrazándola de mercantil.

malasombra dijo...

Rotundamente NO a la opción de hacerse autónomo, por las razones que tan claramente expone Enésimo. Sería convertirse en cómplices de la ilegalidad del IC. Yo no soy autónomo, tengo un jefe de estudios, que me pone unos cursos y un horario, tengo un centro de trabajo, tengo un manual y un método impuesto por mis jefes. En resumen, existe claramente una relación laboral y no mercantil. Además sobre esto ya se pronunció el Tribunal Superior de Justicia de Madrid con el caso de los dos compañeros del IC de Dublín, retificando la sentencia anterior donde se declaraba que entre el IC y los profesores colaboradores había una relación laboral encubierta y que los contratos mercantiles eran en fraude de ley.

Por tanto el IC es consciente de que está cometiendo una ilegalidad. Y lo es hasta tal punto que nos han llegado noticias de que en algunos centros de Marruecos han dejando de contar con profesores colaboradores nativos para evitar problemas legales -una muestra más de la ¿apuesta? por la calidad del IC-, o que en otros como Varsovia simplemente se han dejado de firmar contratos mercantiles y se reduce todo a un "acuerdo" verbal y a pagar las peonadas al final de cada mes. Esto es exactamente lo mismo que han hecho durante siglos los caciques y los señoritos andaluces y extremeños con los jornaleros.

Lo que más me encabrona de todos estos cínicos es que encima les tienes que escuchar las lecciones de democracia y las batallitas contra los grises. Tanto luchar por los derechos sociales y al final resulta que era para quedárselos sólo para ellos y sus compadres.

Sobre el tipo de contratación: Evidenmente la mejor opción y la más lógica sería aumentar el número de profesores de plantilla, como mínimo multiplicándolo por dos, y asegurarse mediante baremo -como se hace con todos los colectivos- de que para acceder a esas plazas se va a premiar la labor y la antigüedad de los colaboradores. Y no se trata de hacer ningún chanchullo corporativista, sino de justicia, de reconocer y premiar el trabajo de la gente que durante muchos años ha mantenido el 70% de la actividad docente de los centros.

Insisto, habrá profesores mejores y peores, pero lo que está claro es que sin su labor el IC no hubiera alcanzado jamás ni la mitad de las cifras de matriculación de las que tanto presume.

Yo tampoco soy abogado laboralista, pero una cosa es evidente: ningún país prohibe hacer contratos legales. Con ello quiero decir que si tienen que ser contratos locales, pues que sean locales. Las diferencias legales y los distintos tipos de contratos que hayan en los diferentes países es algo que tendrán que estudiar el departamento de RRHH y el gabinete jurídico del IC, como hace cualquier empresa que abre filiales en otros países. Si Zara lo hace, seguro que no es tan complicado.

Es más, ya lo están haciendo con parte del personal administrativo y con los ayudantes de biblioteca que tienen contratos locales del país de acogida. ¿Por qué no con los profesores?

El tema del númoro de horas, creo que es hilar demasiado fino: casi todos los centros saben aproximadamente el número de grupos que tendrá cada profesor. Si éste variara mucho, siempre se puede redactar y firmar el contrato una semana después del inicio del curso, y en el peor de los casos, si se ha firmado un contrato por 10 horas semanales y al final son 8, pues siempre se pueden hacer tareas de elaboración de materiales, exámenes, control de la biblioteca de la sala de profesores, o simplemente compensar la falta (o exceso) de horas en el contrato del trimestre o semestre siguiente.

Es cuestión de querer y de hacerlo. Lo otro es mirar para otro lado y tensar la cuerda hasta que se rompa.

Anónimo dijo...

¿De verdad creéis que la cuerda puede llegar a romperse?
Esto está así desde el 91 nada más y nada menos. Yo no confío en que ningún gobierno ni ejecutivo de turno decida de manera voluntaria y espontánea resolver el asunto por las buenas. Hasta ahora ni a PSOE ni luego a PP, ni ahora a PSOE les ha interesado regularizar los abusos. Más bien al contrario, TODOS, sin excepación han contribuido a perpetuarlos y a acentuarlos
¿qué es necesario para que la cuerda se rompa?

yo, por mi parte no veo más que movilización, o nos movilizamos y reclamamos lo que nos corresponde o NADIE va a hacer nada por nosotros.

Anónimo dijo...

Para contribuir al batiburrillo de cifras... en el IC de Hamburgo somos del orden de los 15 colaboradores, una profesora en plantilla obligada a hacer la coordinación y otra desde hace unos pocos meses. En septiembre se incorpora otro profe, pero hasta hace 6 meses el centro lo llevábamos la coordinadora (que es una profesional increíble) y el resto de colaboradores-alpargatilla...

Malasombra dijo...

Esto mismo que comenta el último "anónimo" es lo que está ocurriendo en la mayoría de los nuevos centros.

¿Cuántos profesores contratados hay en Florianópolis o en Frankfur o en Sídney? ¿1? ¿2? ¿Y cómo prenteden entonces llegar a las 2000 ó 3000 matrículas, como afirma Caffarel en su discurso? ¿Cón uno o dos profesores?

Pues como siempre, tirando de colaboradores-alpargatillas (me gusta el término, sin duda muy jornalero) Siendo justos, ya que el Estado utiliza este neoesclavismo para levantar y sostener sus propios proyectos, deberían permitírselo también a las empresas privadas. Con estos niveles de neocaciquismo no sólo se saldría rápidamente de la crisis, sino que lo conviertes en una potencia. Y si no, que se lo pregunten al colonialimo británico o al francés.

En el IC, como en cualquier otra empresa, no se solucionará nada, hasta que sus trabajadores, reconocidos o no, se movilicen y peleen por sus derechos. Lamentablemente, ha sido así desde que el mundo es mundo y el hombre camina por él.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Lamentablemente, los trabajadores de los IC, reconocidos o no, no se van a unir para reivindicar una situación digna, y esa es la realidad, nos guste o no. Empezando por los colaboradores-alpargatillas (eso de alpargatilla me gusta)donde cada uno va a su aire y a su propio interés, mirando la olla del hoy y no, si habrá comida para mañana o por lo menos perspectivas (ni siquiera son capaces en algunos centros de escribir una carta para entregársela a doña Carmen denunciando su situación); y terminando con los de plantilla, que sólo miran la situación de su centro y no les preocupa nada más allá.
Gracias a Dios el Cervantes puede estar tranquilo: nuestra división hace que no nos tomen en serio.
Divide y vencerás..... ese es el lema cervantino....
Un saludo montañero

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