viernes, febrero 01, 2008

¿Debe ser el Instituto Cervantes una herramienta del gobierno de turno?

Se acercan fechas electorales y, como es ya habitual, un gran porcentaje de cargos decididos con el dedo dentro del Cervantes - desde la dirección general hasta los directores de los distintos centros, pasando por los diferentes directores, subdirectores y secretarios de las distintas áreas- deben de andar ya con las carnes abiertas. No es para menos, pues su estabilidad laboral va a depender en gran medida del resultado electoral del día 9 de marzo.

Esto no es nada nuevo. Ocurrió exactamente lo mismo en anteriores legislaturas bajo el mandato del PP o en el anterior periodo socialista. Cambia el gobierno y con él llega un nuevo dedo que cambia la dirección del Cervantes. Se produce entonces un verdadero tsunami "renovador" que recorre los pasillos de las plantas nobles, arrasando a su paso todos los despachos y arrastrando a sus ocupantes hasta la misma puerta de la calle. Bueno, no a todos. Hay que reconocer que siempre hay alguno más habilidoso que el resto, que es capaz de cambiarse de chaqueta con una sola mano, mientras se agarra fuertemente a la silla con la otra. Pero la mayoría es consciente de que la misma razón por la que entraron: "ser amigo de", será la misma razón por la que saldrán: "ser amigo de".

Desgraciadamente, la parte más afectada por estos continuos y radicales cambios son la propia institución y su buen funcionamiento. Un proyecto cultural y lingüístico que debería ser representativo de todo el Estado Español y de todos sus ciudadanos, termina convirtiéndose con esta forma de gestión, tan arbitraria como ineficaz, en el cortijo privado de unos cuantos, concretamente, de unos cuantos amigos afines y cercanos al gobierno que haya en ese momento.

El Instituto Cervantes no debería ser el instituto del PP o del PSOE a razón de los cambios electorales. No es eso lo que votamos en las elecciones. Esta institución estatal, representativa de todos los españoles, no tendría que estar dirigida por amigos poetas, sino por gestores culturales que desmuestren su idoneidad para el puesto en un concurso público donde se evalúen de forma justa y transparente sus méritos y capacidades profesionales.

Hasta que esto no cambie, el funcionamiento del Instituto Cervantes seguirá adoleciendo de las mismas carencias y del mismo desequilibrio que lleva arrastrando desde su fundación en el año 1991: por fuera una hermosa fachada y maquillados números; por dentro una gestión acartonada y entorpecida, en muchos casos del todo ineficaz, causante entre otras cosas del caos académico y de la falta de directrices cómunes metodológicas, de la actual desconexión entre los distintos centros, de la inexistencia de un convenio colectivo, o de la vergonzosa e injustificable precariedad laboral de más del 70% de sus trabajadores que trabajan en negro sin seguro alguno.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En los comentarios a esta noticia hay opiniones muy jugosas sobre la política cultural del Cervantes:

http://www.publico.es/180594/nueva/york/revisa/filmografia/javier/camara?orden=VALORACION&asc=&aleatorio=0.5

Web Statistics