
Como ya sabéis, los Reyes han inaugurado este jueves el centro de Sídney. Nosotros hemos leído con atención los discursos del Rey y de “nuestra” directora, la Sra. Caffarel, y queremos comentar aquí algunos párrafos que nos han llamado la atención por diferentes motivos.
Comienza el discurso real con una cita del Canto General de Pablo Neruda, y sobre ella comenta el monarca:
“En cierto modo, el espíritu de estos versos inspira la labor del Instituto Cervantes en nuestros días. Una tarea, intensa y ¿cuidadosa?, que permite proyectar el inmenso valor de nuestra lengua, dar a conocer su belleza, la grandeza de sus autores y la amplitud de las culturas que se expresan en español.”
Lamentamos disentir de la opinión del Jefe del Estado, pero lo miremos como lo miremos, no se puede calificar de cuidadosa una forma de hacer, la del IC, que implica la precariedad y el desamparo laboral absoluto del 70% del personal docente.
Más adelante, y ya como cierre del discurso, el Rey comenta:
“La Reina se une a mí para felicitar a cuantos han hecho posible la apertura de este centro -su director, ¿profesores?, personal administrativo y técnico-, así como para agradecer a las autoridades australianas y a la ciudad de Sydney su colaboración en este empeño.”
Nos sorprende especialmente el plural de profesores, ya que en Sydney tan sólo existe un profesor contratado. Con el resto del personal docente, según el propio IC, no existe vínculo laboral, ni responsabilidad alguna, ya que no son empleados del Cervantes.
¿A qué pueden deberse estos desajustes entre el discurso del Rey y la realidad laboral del IC? ¿Estará el Rey intentando ocultar la vergonzosa, abusiva y chapucera práctica laboral del Cervantes? ¿O simplemente la desconoce porque nadie se la ha contado nunca? Probablemente sea esto último. Tal vez, deberíamos enviar una invitación a la Casa Real para que SSMM conozcan El Trastero del Cervantes y dispongan así de una visión más completa para futuros discursos de inauguración.
Del discurso de “nuestra” directora también queremos comentar un par de párrafos:
“La situación de este centro en el corazón mismo de la zona académico-cultural de Sídney no es fruto de la casualidad. Estamos en esta área porque es aquí donde hemos querido estar, sin regatear esfuerzos ni sacrificios.”
En este punto ya no estamos tan seguro de que la intención no sea el empecinamiento en seguir dando esa imagen tan idealizada como distorsionada de lo que ocurre en los IC, ya que tanto la Sra. Caffarel como el resto de su equipo directivo conocen perfectamente cómo funcionan los centros y el tipo de práctica laboral que se practica.
Es lo que podríamos denominar “política Zara”: imponentes edificios con glamurosas fachadas y situados en lugares estratégicos, pero con un contenido de una calidad muy alejada al de las grandes firmas, con una honrosa salvedad a favor de la multinacional textil: a diferencia del Cervantes, todos los trabajadores de Zara tienen contratos laborales, seguros médicos, vacaciones, derecho a paro, etc.
Viendo la precariedad laboral que práctica el propio Estado, ¿qué legitimidad tiene el presidente del gobierno para exigir del sector privado el respeto de los derechos laborales y la creación de empleo estable?
Un último apunte sobre el discurso de la Sra. Caffarel:
“Como siempre, lo importante es lo que no está a la vista. Se trata de los miembros del Instituto, de esa comunidad viva y profundamente vocacional. Hablo de los profesores, de los gestores culturales, de los bibliotecarios y administrativos. Todos ellos tienen una magnífica formación y el mayor de los entusiasmos”.
Sra. Directora, sea coherente con su discurso y ponga fin al abuso laboral sistemático sobre el que se está levantando el proyecto del Instituto Cervantes desde su fundación. Valore nuestra dedicación y “magnífica formación” con algo más que bonitas palabras y no consienta que el desamparo en el que nos tienen nos haga perder el entusiasmo por nuestro trabajo.